Un espacio enfocado en las experiencias prácticas que comparten los negocios y el diseño estratégico
El proceso de diseño ha ido evolucionando y, en su búsqueda de dar soluciones dentro de las diferentes organizaciones, hemos empezado a introducir nuevas formas, herramientas y métodos, con el fin de estar en sintonía con las nuevas realidades.
A medida que la IA se populariza y muchos empezamos a experimentar con ella, también nos hace cuestionar nuestros roles y el valor de nuestras capacidades. Chat GPT responde nuestras preguntas, Gamma hace por nosotros las presentaciones, otros servicios nos resumen las conversaciones y hasta sugieren qué deberíamos preguntarnos. Escuchamos frases como “ya no hay que saber _________” [llenar con la actividad delegada a la IA: ilustrar, investigar, resumir, idear, comunicar… la lista es larga], bajo el supuesto de que la IA hará esa tarea por nosotros.
El otro día probamos hacer una guía de entrevista con IA, también una ilustración, e incluso que generara algunas ideas para un reto concreto. En los tres casos llegamos a un resultado aceptable. La alegría inicial por el ahorro de tiempo dio paso rápidamente a preguntarnos si la IA nos estaba reemplazando como diseñadores. Es útil mirar hacia atrás y recordar otros momentos de novedad, cuando se lanzaron herramientas como Photoshop. Inicialmente, se decía que reemplazaría a los diseñadores, pero en cambio, estos ampliaron sus capacidades creativas y abrieron nuevas fronteras. De manera similar, la IA tiene el potencial de ampliar nuestras capacidades en diseño e innovación, siempre y cuando, en lugar de transferir o delegar, convivamos con estas nuevas herramientas y las usemos con intencionalidad, con el criterio que nos da la experiencia de también saber hacer las cosas por nosotros mismos y contar con un respaldo metodológico.
La velocidad con la que hemos tenido acceso a la IA nos ha llevado, a veces, a deslumbrarnos, sin detenernos a pensar para qué necesitamos estas herramientas, los casos de uso en que nos generan mayor valor, o qué necesitamos aprender nosotros para actualizarnos y ser mejores usuarios o productores. El efecto wow y la facilidad de acceder a la IA sin pagar nos distrae y nos hace más tolerantes a la calidad del resultado. Mientras que las opciones gratuitas pueden ser útiles para experimentar y obtener una impresión inicial, las herramientas de pago suelen ofrecer resultados más refinados, capacidades más avanzadas y una mayor confiabilidad.
Aún no tenemos respuestas claras. Necesitamos seguir descubriendo en dónde necesitamos ayuda, dónde invertir nuestra energía y humanidad, identificar los momentos donde más debemos ser críticos con los resultados que obtenemos y las interacciones humanas que debemos proteger. Porque una cosa es que la IA me ayude a construir un feedback y otra es que yo le delegue la entrega del mismo para evadir un momento que puede ser incómodo. Lo que sí sabemos es que necesitamos prepararnos desde el diseño, la estrategia y la innovación para tomar estas nuevas posibilidades con responsabilidad. La IA no nos exime de examinar críticamente los resultados antes de implementarlos y entregar propuestas que tomen en cuenta el contexto, los matices y hagan un uso ético de los datos. Que la IA no sea como un nuevo juguete que usamos sin destino, sino como un coach que nos ayuda a mejorar.
Usando las herramientas actuales podemos ampliar nuestras habilidades y ganar autonomía. Al mismo tiempo, si la IA ocupa el rol de otra persona, se gana eficiencia, pero ¿se pierde el punto de vista del otro? ¿Estamos perdiendo algo por aumentar la velocidad de producción? ¿Sigue siendo cierta aquella frase “hay que dejar las ideas madurar”?
En esta ocasión nos acompañó Juan Alis, quien nos compartió sus experiencias y reflexiones dentro de esta temática.
Si bien es cierto que debemos aprovechar las herramientas que van evolucionando para lograr nuestros objetivos de una mejor forma, en el caso de la IA, se debe hacer una reflexión no solo sobre la herramienta, sino también sobre el tipo de resultado al que queremos llegar. Por ejemplo: velocidad vs. maduración de conceptos, precisión vs. ambigüedad en los detalles. Es una realidad que la IA nos ha traído una potencia que debemos saber cómo utilizar y cómo cuestionar en nuestros procesos. Al final, en nuestro ejercicio de co-creación y de trabajo en equipo, estas nuevas tecnologías nos van a retar, pero somos nosotros mismos los que debemos establecer esos lineamientos de colaboración con estas herramientas.
- Álvaro Díaz
Cada vez escucho más el recordatorio de que la IA es un habilitador y nosotros, las personas, somos los creadores. Sin embargo, no estoy segura, creo que la creación se da en el encuentro, no solo en uno de los lados. Pareciera que, por la intensidad con que se ha desarrollado, la IA lleva mucho tiempo existiendo, pero el camino está recién comenzando. Para mí, la oportunidad está en explorar y compartir experiencias prácticas de cómo aplicarla, hacer seguimiento a los aprendizajes y cómo evolucionan los modelos. Si el objetivo es descubrir el potencial que tenemos en nuestras manos, creo que la clave está en el ejercicio colectivo y en reconocer que el aprendizaje es mutuo.
- Verónica Contreras
Desde mi experiencia como diseñador estratégico, considero que la clave para integrar la inteligencia artificial en nuestro trabajo diario no es simplemente verla como una herramienta de automatización, sino como un socio que amplía nuestras capacidades. La historia nos ha mostrado que la tecnología no reemplaza el talento humano, sino que lo transforma y potencia. Al igual que Photoshop revolucionó el diseño sin eliminar al diseñador, la IA tiene el potencial de redefinir cómo abordamos la creatividad y la estrategia.
Creo que esta integración debe hacerse con una intencionalidad clara y un enfoque crítico, asegurándonos de que no solo aceleremos procesos por que sí, sino que también preservemos la profundidad, el contexto y la autenticidad en nuestras soluciones. Posiblemente estamos en un momento en donde debemos elevar nuestros estándares, retar el trabajo que hemos venido haciendo en los últimos años para enriquecer nuestras propuestas y, ¿por qué no?, crear valor con mayor significado, responsabilidad e impacto.
- Seth Pérez
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